PROYECTO PIBE LECTOR

#PROYECTOpibeLECTOR: Para leer alguna de las 59 ficciones de mi blog en Infobae, accedé haciendo click aquí.
Buscá la fan page del Proyecto en Facebook, click aquí: PROYECTO PIBE LECTOR.

lunes, 31 de agosto de 2009

El narrador omnisciente

El problema surgió en el momento menos esperado: la semana anterior al casamiento, la Negra le pidió que escribiera algo para decir en el momento en que el curita les diera la bendición. Jerónimo estaba acostumbrado a evitar la escritura y durante el breve noviazgo no había ni asomado la posibilidad de que una lapicera cayera entre sus dedos; la Negra jamás había leído un libro entero y los diarios que podían encontrarse en su casa eran nada más para prender el fuego del asado. Pero ahí tenés: cuando menos te la esperás, te salen con el baldazo de agua helada. La Negra quería, exigía (ya, antes de casoriada la muy turra) palabras de amor escritas en tinta indeleble.

Lo que Jerónimo ocultaba celosamente desde los doce años era su problema con el narrador omnisciente. Antes de los doce las señoritas que había tenido se habían limitado a mirarlo un poco torvamente y a susurrar entre ellas, pero la de séptimo había pegado el grito de alarma y había hecho intervenir al gabinete, la asistente social y la mar en coche. Es que el nene escribe cosas que no debería saber, decía la maestra. Jerónimo, que realmente era nene todavía, asistió pasmado a la revolución que causaron en su hogar los ensayos de cuentitos de sus cuadernos y decidió dejar de ser nene y entrar en la adolescencia. Cuando tuvo profesora de verdad, ya había aprendido a callar la voz narradora y escribía mezclando primera y tercera persona relatos tan sonsos e incoherentes como los de sus compañeros, por lo que pasó desapercibido. Pero la Negra quizás no se ofendería.... o no entendería tal vez y no pasaría a mayores la cosa; Jerónimo era supersticioso y le pareció que comenzar un matrimonio ocultando cosas era malum signum y se iría todo al tacho y otra vez sería su culpa. Agarró la bic.

Negra, querida, como así te llamo (como él la llama, porque todo el mundo le dice Negra y no habría forma de decirle distinto, tan oscura es su cara y su cabello que cae sin gracia como juncos untados de brea en donde se puede encontrar hasta un pingüino muerto si se revisa sin demasiada atención).

Negra, querida. Es éste el día más feliz de mi vida: el día en que escucho de tus labios ante este sagrado altar pronunciar el amor que me tenés y la promesa de que vivirás hasta la muerte como mi compañera (Ignorar las dudas y el vértigo que le producía la decisión de casarse con una mujer como ella había sido trabajoso, por lo que no dudó en apresurar la fecha. Debía poner fin a ese trajinar cerebral que le ocasionaba taquicardia y sudoraciones mientras trabajaba. Él presentía que ella había dicho que sí porque nunca se lo habían pedido antes, y porque tenía pavor ante la posibilidad de que jamás se lo pidieran. Se hubiera casado con cualquiera: con el sodero, con el kiosquero, con quien le arqueara una ceja. Y ese presentimiento le había quitado toda la emoción a la propuesta: "Te querés casar conmigo", "Sí, claro", y ya está, busquemos una fecha. Las razones para explicar el por qué un hombre como Jerónimo había querido casarse con una mujer como ella eran infinitamente más complejas. Pero como Jerónimo estaba entrenado en esquivar ese tipo de cuestiones internas sólo quedaron reducidas a un par de pastillas de ansiolíticos ante las sudoraciones en pleno invierno que lo alertaron avisándole que había algo que esquivar).

A partir de este momento seremos compañeros de vida (ella por temor a quedarse solterona y sola, pensando que no importará mucho el frío que la invade cuando están en la cama; él porque ella es precisamente fría y porque jamás podría comprender una conversación ni un poema ni una alusión histórica ni geográfica ni, ni, ni).

Y precisamente la vida nos espera para que formemos una familia y llenemos una casa con alegría y paz hasta que juntos culminemos nuestra labor en la Tierra y de la mano podamos contemplar los frutos de nuestro amor (Y se casaron, pero las profecías pronunciadas por Jerónimo ante el altar no se cumplieron, quizás por la misma herejía que significaba que un ateo se parara ante un altar a pronunciarlas. La Negra encontró un ondulante latino que le encediera el fuego en las caderas y se fue a Colombia a los seis meses de casada, haciendo abandono de hogar. Tuvo seis hijos allá, tres amantes, catorce nietos y dos bisnietos. Fue inmensamente feliz. En cuanto a Jerónimo, cuando la Negra lo abandonó tomó conciencia de que en realidad la amaba mucho y que precisamente su frigidez y su necesidad de amor eran lo que lo había llevado a imaginar una vida con ella. Se sumergió en un pozo de depresión cuando ella se fue, perdió su trabajo, se enamoró años después de una chica 22 años menor que él que jamás lo correspondió y falleció atropellado por un subte cuando se inclinó sobre las vías imprudentemente para recoger un billete que se le había volado del bolsillo).

Jerónimo arrojó la Bic bien lejos y arrugó el papel hasta volverlo una masa informe. Había sido culpa de ella, para qué le había pedido que escribiera si hacía años que tenía el narrador omnisciente controlado. Estaba todo arruinado: no se casaría nada. Se marcharía a alguna provincia, a algún lugar sin subtes ni papeles ni lapiceras. Y todo culpa del narrador omnisciente. 

jueves, 13 de agosto de 2009

Mesa de examen

Estoy integrando una mesa de examen de Sociales, a pesar de que no soy docente de esa materia. Faltaba una, me llamaron, fui. El alumno tiene 14 años, y yo estoy pensando en el tarifazo de gas y de luz porque hubo una reunión del gobierno esa mañana sobre el tema y no sé qué pasó porque estoy desde temprano viajando de escuela en escuela.

_ Señale en el mapa dónde está Europa.

Se podían leer cosas descabelladas en los diarios sobre el tema, tanto en los textos como en la parte de los comentarios, en internet. La gente opinaba raro: había quienes se lamentaban, quienes ponían el grito en el cielo, quienes acusaban a la gente que había padecido la suba en sus boletas de "derrochadora" y le recomendaba que ahorrara, quienes hablaban de política, de economía. Mi compañera de mesa de examen me pega un codazo. El alumno está señalando con un dedo que limpié yo misma hace un ratito con alcohol en gel... América Latina.

_ ¿Y esto, de color azul, esto, en el mapa, qué es? ¿Qué significa la parte azul?

_ No sé, profe... ni idea...

_ ¿Y estas rayitas punteadas que están acá y acá, delimitan qué cosa...?

_ ... y... no sé, ni idea, profe, qué sé yo...

O sea: la porción de gente que accede a diarios en internet y que evidentemente ha leído los artículos en cuestión, la gente que sabe que existe un espacio para comentar y cómo acceder al mismo, escribe en su gran mayoría desde puntos de vista que no incluyen el sentido común sino la experiencia personal sin perspectiva solidaria. A ver, qué quiero decir con esto.

Es evidente que el gasto de luz y de gas, en la enormísima cantidad de casos individuales, no depende del nivel económico de la familia que lo hace sino de múltiples factores. Si la familia no tiene gas en su casa, va a gastar más luz porque se va a calefaccionar usando electricidad. Si no tiene luz, va a gastar más gas. Si es una familia numerosa, va a gastar más todavía de los dos servicios. Si hay un enfermo en la familia, si hay niños, si hay un bebé recién nacido...

_ ¿Y el sol, por dónde sale?

_ Por el Norte. Eso sí estudié. Estoy seguro.

Y digo "es evidente" y me agarro la cabeza. Durante la semana leí muchísimos comentarios que aseguraban "a mí me vienen 30 pesos de luz y tengo todo el confort que necesito en mi departamento", que es lo mismo que decir: "yo soy una persona sola y no me importa lo que le pasa a las familias o a los demás porque a mí no me afecta el tarifazo". "A mí me vinieron 45 pesos de gas y tengo termotanque y tiro balanceado en mi casa y no me afecta, no sé por qué ustedes gastaron tanto, no se quejen y ahorren". El "ustedes" es el que tiene varios hijos, en varias habitaciones, o el que tiene a sus ancianos en casa, o el que vive en una zona descampada, o el que tiene calle de tierra, o el del pavimento, o el que cobra 1500, o 2000, 0 3000 o quizás más pero no mucho más... Pero a este pibe qué le pasa... Abro la boca por primera vez:

_ A ver, vos decís que estudiaste. ¿Qué estudiaste?

El pibe abre una mochila desgarrada y mugrosa y yo pienso en el alcohol en gel. El Ministerio mandó varios envases pero ya se acabaron y la pandemia de gripe A quedó relegada a algunas noticias contradictorias dispersas entre las páginas de los diarios. Saca una carpeta en peor estado que la mochila, unas fotocopias arrugadas, me las da.

_ Bueno, a ver, acá dice "La rosa de los vientos". ¿Qué es? ¿Para qué sirve?

_ ... (risa nerviosa)

_ A ver, acá está el mapa, decime dónde está la rosa de los vientos...

_ ...

El dedo dudoso en todo sentido me señala las Islas Malvinas. Es un dedo de 14 años, de clase media baja, que porta un jovencito que luce claritos en su cabello cortado al estilo flogger. Conozco al chico, es hermano de uno de mis alumnos del año pasado. Una vez cité a la mamá y vino a la escuela... una chica más joven que yo, agobiada y apurada, que me dijo que no sabía qué hacer con el pibe porque se la pasaba en la calle haciendo nada y no quería estudiar.

_ ¿Qué te gustaría ser cuando seas grande?

_ ¿Qué?

_ Eso... cuando termines el polimodal, ¿qué te gustaría estudiar? ¿De qué te gustaría trabajar? ¿Tenés pensado eso?

_ No sé, profe... ¿Estoy aprobado?

Me voy de la mesa con la sensación de frustración que me embarga cuando estoy en mis propias mesas y mis alumnitos son los que escriben o dicen enunciados susurrantes que significan "No sé nada, no entendí nada, no me interesa nada, no me enseñó nada, usted no logró que yo aprendiera, usted es un fracaso como docente, estoy perdido, no logro comprender las consignas ni nada...". Estoy en un país que vive situaciones de desastre cultural que se evidencian desde los medios, en los transportes públicos, en las escuelas, en las universidades. Estoy en un país que tiene una emergencia sanitaria, una emergencia educacional. Estoy acá. Bueno, a ver qué podemos hacer...

_ El año que viene vas a ser alumno mío. No te podés perder eso, jajaj, andá, estudiá de nuevo, a ver si pasás de año y vemos cómo arreglamos esto entre todos que la adolescencia pasa rápido y de algo vas a tener que trabajar, nene, y si no estudiás estás perdido...

¿Eso se lo dije al chico o lo pensé? No me acuerdo. Estoy en emergencia yo también. Y bueno, nena, no te preocupes, algo vamos a hacer para salir de este caos, no podemos permitir que todo siga así, desde el aula podemos ayudar... 

martes, 11 de agosto de 2009

¿Y cómo está la que te jedi?


[buddy+poke.jpg]

Hace unos meses atrás respondí un mail en donde se me preguntaba cómo estaba, tanto tiempo, che, qué noticias buenas contás. En un arrebato de nomeimportanada contesté la verdad: y, acá ando, reponiéndome todavía, no es fácil, qué le vamos a hacer. Y me olvidé.
Unos días después recibí un mail larguísimo, en donde esa misma persona que se había arriesgado a preguntar por mi salud mental se excusaba por su atrevimiento pero osaba darme relamidos consejos matizados por reflexiones perfumadas con sahumerios baratos y extractos de lecturas hechas de ojito en el subte.  Como ni siquiera me acordaba de que yo era la que había detonado aquel aluvión de palabrejas , estuve un rato sorprendida. ¿Qué le pasa a éste? ¿Le agarró un viejazo? ¿La limó? Después me acordé y bueno, ahhhhhhhhhhh, ya, ya, me lo merezco, jajajjajaa. Y me pareció interesante sacar las siguientes conclusiones de mi averiado cerebro y exponerlas por aquí: 
 La pregunta ¿Cómo andás? y todas las equivalentes, realizadas tanto oral como en forma escrita, es siempre RETÓRICA y no debe contestarse más que con un lacónico "bien" excepto, por supuesto, cuando es realizada por el psiquiatra o psicólogo dentro del espacio terapéutico, adonde siempre hay que ir bien provistos de pañuelitos de papel. Porque: 
a) si una contesta "bien" en tono neutro, no pasa nada.
b) si una contesta demasiado enfáticamente "bien", acompañando el enunciado con gestos de felicidad tales como sonrisas y ademanes festivos, el interrogador en cuestión se va a ver en la obligación de preguntar "¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Cuál es la feliz nueva?", y va a tener que dar explicaciones y a excusarse por estar feliz, cosa que no está bien vista socialmente. Y si no argumentamos lo suficientemente el otro va a pensar que una está mintiendo y oculta algo  inmencionable y que le ocasiona la felicidad, o sea: se va a ir y al primero que se cruce y que nos conozca le va a decir "Che, sabés que me parece que la que te jedi está enfiestándose con alguien... anda con cara de bien atendida...". 
c) Si uno contesta "bien" en tono que no es neutro pero va para abajo, rumbo al "mal" o por lo menos al "maso...", quizás no nos digan nada pero el comentario subsiguiente va a ser: "Che, me parece que la que te jedi anda como el culo, viste la cara que tiene, seguro que el marido no le da ni bola..." en el caso de que tengas marido, porque si no lo tenés es peor porque la justificación es que hace rato que se te fue el tren. 
d) Y finalmente, si uno contesta "maso" o "mal", dé o no dé explicaciones acerca de por qué se siente así, la otra persona no las va a escuchar y nos va a dar el sermón de los libros de autoayuda, "uno está triste cuando los sueños no coinciden con la realidad y se deprime", "hay que mirar en positivo", "todo depende del cristal con que se mira", "siempre hay quien deja un vidrio tirado en la arena pero siempre hay quien lo levanta"...
_ ¿Cómo estás?
_ "Sonríe, Dios te ama".
_ ¿¿¿???
_ ah, perdón doctora, jajaja, espere que agarro los pañuelitos y le cuento.