En el panel de inicio de la página de Babilonia fue donde apareció el anuncio ofertando la nueva alternativa.
Decía discretamente: “Tu blog puede generar su propio blog. Sé artífice de tu propia criatura: no te limites a crear tu blog, creá un blogger y poblá la bloggería en Babilonia”.
Estuvo sólo dos días publicado porque enseguida comenzaron las quejas y las acciones legales. Pero cuando desapareció ya era tarde; lo que parecía ser una experiencia piloto de un nuevo servicio se había convertido en un inédito fenómeno social con tintes macabros y oscuros, y en un gran número de los casos ya no había vuelta atrás. Miles de bloggers de todo el mundo se habían sentido atraídos por el texto y clickearon en MÁS INFORMACIÓN. Así se enteraron de que el servicio era gratuito y que consistía en un nuevo y sofisticado programa que hacía que el perfil, imágenes, audio y contenido de cada blog generara otro (¿o cientos? ¿o miles? ¿o infinitos?) íntegramente producido por la computadora. Por ejemplo: alguien titulaba “Cenizas límpidas” su blog y, aceptando la opción de ser usina generatriz de un blog fantasma, hacía que la máquina creara simultáneamente otro titulado quizás “Conciencia del tiempo”, “Reveses”, o de cualquier otra manera. Y si uno ponía en el centro la imagen de una mariposa, la máquina en el otro blog ubicaba inmediatamente a la derecha o en cualquier otra parte la imagen de un caballo encadenado o la de un chino arrastrando una piedra. Cada acción del verdadero blogger en su propio blog desencadenaría acciones en el blog fantasma, que desde el momento de aceptar haciendo Click en la nueva opción existiría ocupando un lugar virtual en la red.
La mayoría de los bloggers que aceptó la alternativa confesó luego en entrevistas o en sus propios blogs que lo hizo motivado por la curiosidad y la incredulidad. Parecía imposible que un programa de computación pudiera postear como un ser humano y ellos quisieron comprobar los efectos que causarían sus propios blogs del mismo modo que uno se reflejaría divertido en un espejo distorisionador o escribiendo su nombre en Webdings para ver los jeroglíficos que lo compondrían. Nadie esperaba que sucediera algo de la magnitud de lo que ocurrió. O quizás la gente de Babilonia, pero jamás lo aceptarán públicamente ellos, por supuesto.
José Góngora, de Venezuela, fue el primer blogger en sucumbir por aceptar la opción. Su humildísimo blog, “Criatura infernal”, generó a “Subir sin piel”. Ahora mundialmente conocido por haber sido el primer suicida, antes de “Subir sin piel” era un sencillo maestro de escuela que para purgar una pena de amor tras un fallido noviazgo publicaba versitos en su blog visitado apenas por un puñado de conocidos y algún ocasional y despistado internauta. José fue el primero en experimentar la obsesión. Empezó a escribir sobre su desconfianza acerca de la impersonalidad del autor de “Subir sin piel”; él estaba convencido de que una persona real acechaba cada uno de los actos relativos primero a su blog, luego a su vida entera, y escribía en el blog fantasma en clave con el fin de burlarse de él y atormentarlo. José posteó el poema “La musa” y la máquina generó “Estudio sobre los efectos del formaldehído en las moscas de la fruta”. José posteó el poema “Dolor” y la máquina generó “Sobre el conflicto y lo banal”. Durante el juicio los abogados esgrimieron centenares de páginas manuscritas testimoniando los intentos desesperados por hallar el código y develar el enigma. En póstumo homenaje se llamó “José” a todos los bloggers que sufrieron la obsesión por decodificar sus blogs fantasmas, hayan llegado al suicidio o no.
Las “Silvinas” fueron las que o los que se enamoraron del blogger inexistente. Centenares de miles de almas derramaron lágrimas en la bloggería y ante las pantallas por un perfecto amor imposible, y cual Narcisos muchas se ahogaron en su propio infortunio. Silvina Gorjeos no fue la primera en padecer abrasada por el enfermizo amor, pero su caso fue resonante por los tintes novelescos de la historia: ella escribía en un blog erótico llamado “Afrodita” visitado por unos mil internautas semanales y que generó el impresionante “Rómulo en red”, plagado de relatos de viajes y de viriles fotos. Silvina se enamoró de los textos de “Rómulo en red” y se convirtió en su comentarista más asidua, y obnubilada por su obsesión por llamar la atención del autor fantasmagórico con sus comentarios publicó en “Afrodita” setecientos tres posts eróticos en un mes, generando así un número equivalente en el blog fantasma y escribiendo más del triple agregando seductores y elaborados comentarios allí. Enloqueció de frustración esperando recibir una respuesta, y actualmente está internada en una institución psiquiátrica. No está en condiciones de escribir ya; los médicos son reservados con respectos a su caso y a los pronósticos que se pueden hacer sobre él. Tanto “Afrodita” como “Rómulo en red” continúan recibiendo miles de visitas diarias; la gente lee y relee tanto los posts como los ardientes comentarios de la pobre enajenada y algunos médicos recomiendan su lectura como advertencia terapéutica.
No sólo hubo miles que se obsesionaron con decodificar el secreto mecanismo generador del blog fantasma, ni miles que se enamoraron apasionadamente de alguien inexistente (generado por ellos mismos o no, ya que hubo innumerables casos de comentaristas que se enamoraron de bloggers fantasmas sin saber que lo eran); hubo gente que consultó médicos fantasmas, tarotistas y videntes fantasmas, pretendidos arqueólogos, psicólogos, filólogos, biólogos y todas las disciplinas que se hayan concebido e incluso nuevas. El espacio virtual de la bloggería se llenó de textos sin autores que opinaron, aconsejaron, dictaminaron, aprobaron o desaprobaron cosas, y cuando todo el conflicto salió a la luz luego de la muerte de José Góngora y se obligó a Babilonia a identificar con un logo los blogs fantasmas rebautizándolos como PSEUDO BLOGS, miles de comentaristas azorados quedaron pasmados al abrir sus páginas favoritas y descubrir que habían estado leyendo y comentando durante meses textos generados por un programa de computación.
Las fobias psicosociales fueron endémicas y de novedosas maneras se expresaron, faltó ayuda psiquiátrica calificada y psicólogos capacitados en comprender el tema; no existía bibliografía sobre los nuevos síndromes y el abastecimiento de medicamentos psicotrópicos colapsó. Los juicios llovieron sobre Babilonia. La gente que estaba ajena al mundo de la bloggería no podía creer la trascendencia del asunto: un pedicuro demandaba por haber causado la muerte de seis clientes usando información leída en un pseudo blog, un martillero público anunciaba que se había arruinado donando fondos para una obra de caridad ficticia convocada por un pseudo blog, había gente intoxicada con recetas de cocina generadas por los programas, gente divorciada, gente que había sido desplazada de sus trabajos, gente que había contratado como empleados a bloggers inexistentes e innumerables casos más. Si no hubiera habido tantas muertes e historias trágicas de por medio, hubiera resultado gracioso por lo ridículo, y no faltaron personas inescrupulosas que, haciendo gala de un terrible humor negro, se burlaron del fenómeno.
Finalmente, con el logo identificatorio de PSEUDO BLOG y muchísimo dinero de por medio, el tema se acalló. La gente incorporó como algo normal que existieran los pseudo blogs y los hay tan visitados como los blogs verdaderos (y los hay mejores, pero esa sería otra cuestión). Pero los rumores y el resquemor no abandonaron del todo el espacio virtual. Circulan historias, nuevas leyendas sobre la bloggería como inmensa ciudad virtual, acerca de hackers que quitan los logos de pseudo blog a los sitios fantasmas, acerca de que la opción para crear el pseudo blog se quitó porque se generan automáticamente y sobre que no hay manera de saber cuál es un blog verdadero y cuál no. El chisme más nuevo e inquietante sostiene que existe un nuevo programa que interpreta los post y comenta, haciendo surgir la figura del pseudo comentarista o comentarista fantasma.
Yo no puedo evitar que sospechen de mí al postear este relato ni pensar que esas cosas no existen, porque que las hay, las hay. Cuando uno se sumerge en Babilonia y acata las reglas de las no reglas, aprende que lo verosímil, las más de las veces, es lo irreal.
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