PROYECTO PIBE LECTOR

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miércoles, 8 de septiembre de 2010

Yo soy la mudita (Acerca de las patologías de la voz docente)

Quienes me conocen saben que estoy desde hace un tiempo sin poder dar clase, de licencia por ART, a causa de que me diagnosticaron un hiatus en las cuerdas vocales que me produce disfonías crónicas. El otorrinolaringólogo me recetó 20 sesiones de foniatría "para comenzar", y así fue como conocí a la licenciada Marita Dalmasso e inicié el camino que, espero, pronto me conducirá nuevamente a mis queridos salones de clase.

Que la voz nos falle, nos abandone, enmudezca, es algo sorprendente y doloroso para cualquiera, pero para quienes trabajamos comunicándonos a través de ella, es un acontecimiento desesperante. La pérdida de la voz puede llevar al cese temporal o definitivo de nuestro trabajo, y para un docente, cuya tarea es tan particular, no es algo que pueda ser tomado a la ligera.Y sin embargo... yo no lo sabía. Y precisamente de esa ignorancia trata el presente artículo, que surge de la lectura de algunas páginas sobre el tema escritas por mi foniatra.

9:55 de la mañana de un viernes cualquiera. Ingreso en el aula para comenzar mi jornada, camino entre adolescentes que me alcanzan hojas, me gritan "hola", "Me olvidé la carpeta", "¿Para qué vino?", "No, chiste, profe", se lanzan algún objeto y se ríen. Es cambio de hora; si hubieran ingresado del recreo serían peor el ruido y los movimientos. Me inclino sobre el libro de temas, anoto algo, firmo unos papeles, se los doy a la preceptora y me dirijo hacia el frente. Me paro ahí, con los brazos cruzados y expresión amable... espero. Hace 13 años que trabajo como profesora y conozco las limitaciones de mi voz. Sé por penosas experiencias que si grito para que hagan silencio, hacia las 14 o 15 hs. mi garganta dolerá y mi voz será un murmullo inaudible... y mi jornada de los viernes termina exactamente a las 20:15 hs, por lo que no puedo correr ese riesgo.

Así que espero. Sé que alguna de mis alumnas, dotada de una voz poderosa y bella, notará mi silencio y pegará los gritos necesarios: "Eh, cállense, ¿no ven que está la profesora esperando...?". Resulta un método eficaz: minutos después mis alumnos escuchan mi "Buenos días" y comenzamos la tarea. Casi nadie trajo las fotocopias, sólo dos tienen el libro, la biblioteca no tiene ningún ejemplar y decido que no existe otra alternativa que leer. "El gato negro", digo entonando lo más alto que puedo y preparándome para la lectura en alta voz del cuento de Poe. Se oye un timbre. Y en estampida, las voces de cien niñitos de la escuela primaria atraviesan el pasillo y se derraman en el patio al que dan las ventanas, la mayoría sin vidrios y con cartones sujetados con cinta adhesiva, de mi salón de clases. 

Estoy tan acostumbrada a que pase esto que elevo mi voz sobre el batifondo sin siquiera pensarlo. Mis alumnos no parecen notar el ruido externo ni el interno y seleccionan mi voz entre las demás voces para seguir el hilo del relato. Mi voz, que intenta ser la voz del narrador de Poe, se derrama por el aula y así transcurre mi clase de Prácticas del Lenguaje. Entra la preceptora. Entra el portero con las bandejas que llevan las tazas y jarras de té. Entra la portera y reparte porciones de pizza. Yo quiero una. Suena otro timbre, las voces aflautadas de las cien cabecitas despeinadas y felices de "la primaria" atraviesan nuevamente el pasillo y se ordenan en el laberinto del edificio... se oye un potente silbato en el patio y la voz admirable del profe de Educación Física atraviesa vidrios, cartones y paredes. Ya casi termina el cuento de Poe... puedo saber quiénes fueron los que lo escucharon por la expresión horrorizada de sus ojos... son pocos, pero teniendo en cuenta el esfuerzo que hicieron para lograrlo, me siento conforme. Los que no escucharon pronto lamentarán no haberlo hecho al oír nuestros comentarios sobre el cuento, y la mayoría hará la lectura posteriormente, con suerte, motivado por la curiosidad. Es un cuento estupendo.

Así es mi clase de la mañana. No se diferencia mucho de mis clases de la tarde. El aula de mi 3ro de adultos del turno vespertino da a la calle, y suelen estacionarse allí alumnos o amigos de los alumnos en autos para escuchar música mientras esperan, así que los ruidos nocturnos cambian algo, pero siguen existiendo: tránsito, motos, colectivos, música. A las 20: 15, cuando la calle me recibe con su noche fría o cálida o como sea de "mañana es sábado y ya terminé de trabajar", mi voz exhibe los daños producidos por el esfuerzo. Pero me quedo callada... y el lunes ya tengo voz para trabajar.

El relato anterior es aproximadamente el que hice a mi fonoaudióloga durante la primera sesión de foniatría. Mi primera impresión fue el asombro ("Tiene un hiatus, profesora, va a tener que hacer veinte sesiones de foniatría, nos vemos en un mes"...), la segunda de angustia (y qué será un hiatus, y mis alumnos, mis proyectos en marcha, todo queda postergado... ¿será grave?), la tercera de miedo (¿No sabías que por los problemas con la voz podés tener que abandonar la docencia?)... esta vez nuevamente fue de asombro. Jamás me había detenido a reflexionar acerca de la importancia de mi voz como vehículo en la experiencia enseñanza-aprendizaje; luego de tantos años de utilizarla ignorando cómo usarla apropiadamente y cómo cuidarla, mi voz se había dañado. El otorrinolaringólogo me había asegurado que con foniatría me recuperaría al 100%; la licenciada Dalmasso confirmó esa afirmación, y me explicó cuál era el problema y cómo lo solucionaríamos, e inició conmigo un recorrido personal de conocimiento de mi voz y sus limitaciones. En eso estamos hoy.

Ni los institutos  de formación docente ni las universidades preparan a los futuros educadores para conocer y mantener adecuadamente la voz. Este vacío de información libra al docente a sus capacidades innatas y conocimientos autodidactas, y ocasionará que en las comunidades educativas se considere "normal" el quedarse sin voz directamente o el sufrir de disfonías, especialmente los viernes al final de la jornada semanal. Este desconocimiento, sumado a la contaminación sonora que se agravó en la comunidad educativa a partir de la convivencia de niños con adolescentes en los mismos edificios (con recreos diferentes, clases de Educación Física diferentes, necesidades edilicias diferentes), provoca el enorme número de pedidos de licencia por patologías de la voz, enfermedad profesional que ocupa el segundo lugar entre las bajas laborales docentes, precedida por los problemas de depresión y ansiedad.

En la fundamentación del Programa Provincial de Salud Vocal para docentes se lee:

  • El uso incorrecto de la técnica vocal interfiere en el correcto desempeño de la profesión, no permite la proyección vocal efectiva, fundamento esencial de la comunicación en público.

  • Las disfonías docentes son causa de baja laboral temporal o permanente.

  • Es importante el número  de pedidos de cambio de función por incapacidad vocal.

  • Las disfonías se presentan en docentes titulares, provisionales y suplentes, dificultando la      titularización de estos últimos.

  • Siete de cada diez casos se debe a mala técnica vocal.

  • Las disfonías docentes inician como funcionales y suelen llegar a la consulta cuando ya presentan manifestación orgánica.

  • La capacidad de resistencia al habla se sitúa en un margen de 4 horas; por encima de ese tiempo hace falta una técnica adecuada para no lesionarse la voz.

  • Es más fácil y económico educar la voz que reeducarla.

  • Los docentes serán capaces de desempeñar su labor sin fatiga vocal ni molestias laríngeas.
Hablar en clase, algo tan espontáneo y considerado natural, debe ser producto de una técnica de uso de la voz, y ésta, como todas las técnicas, debe ser aprendida. En palabras de la lic. Dalmasso: "Nadie cuida lo que desconoce".

Informar al docente los valores de sus parámetros vocales, informar  a cerca de las pautas de uso profesional      de la voz y vivenciar la ejercitación de las áreas a desarrollar en el uso adecuado de la voz son los objetivos que harán que las experiencias educativas sean más plenas y evitarán daños irreparables. 

Las disfonías son multifactoriales*. Inciden en su aparición factores individuales (variables personales como predisposición anatómica, problemas de salud, enfermedades respiratorias, gástricas) y ambientales (lugares con contaminación sonora, polvo en el aire, humo, posturas inadecuadas). 
   

¿Y qué se puede hacer?
Bueno, he dicho que estoy recorriendo mi camino de sanación guiada por mi fonoaudióloga. No es fácil: hay que hacer ejercicios vocales que nunca hice, hay que respirar de un modo que jamás practiqué, hay que tener una paciencia infinita y una confianza plena en la profesional que te está atendiendo. Pero, yendo más allá de mi caso particular, me parece que lo que se puede hacer es incluir el estudio de la voz entre los contenidos de las instituciones que preparan a los futuros docentes. "Si yo hubiera sabido qué era lo que debía hacer, lo hubiera hecho", dije también, durante mi extensa e intensa primera sesión. De eso se trata este artículo: no lo sabía, hubiera sido importante saberlo.



*    según la clasificación  que hace M. Behlau (2005)
    Este autor define disfonía como la alteración de una o más cualidades de la voz, y divide las disfonías en tres grandes grupos:

DISFONÍAS FUNCIONALES:
    Son aquellas relacionadas con el uso vocal
     Describe en este grupo las disfonías POR USO INCORRECTO DE LA VOZ,  ya sea por falta de técnica vocal o por modelo vocal inadecuado, POR  INADAPTACIÓN  VOCAL,  causadas por asimetrías o por alteraciones estructurales mínimas. Incluye también a las disfonías producidas POR ALTERACIONES PSICOEMOCIONALES.

DISFONÍAS MIXTAS:
    Son las disfonías de origen funcional que desarrollan una manifestación orgánica.
    Se describen en este grupo los nódulos, pólipos, edemas, úlcera de contacto, granuloma, etc.

DISFONÍAS ORGÁNICAS:
    Son las disfonías producidas por alteraciones orgánicas no relacionadas con el uso vocal. En este grupo se describen las Disfonías congénitas: Ej: Sind. de Down; Disfonías endocrinas: Ej: Hipotiroidismo, diabetes; Disfonías psiquiátricas: Ej: Depresión;  Disfonías neurológicas: Ej: Parkinson; Disfonías por Reflujo Gastroesofágico; Disfonía por Cáncer de Cabeza y cuello .

    También se mencionan otras clasificaciones como por Hipofunción o Hiperfunción.

DISFONÍAS DEL DOCENTE

    Si se hace mal uso o abuso de la voz se produce un esfuerzo muscular obligado, una contracción forzada para lograr sonidos con intensidad y amplificación exagerada. Esto deriva en una disfonía funcional que si persiste puede convertirse en una disfonía con manifestación orgánica.

La imagen que ilustra el texto es una reproducción de "El grito", de Edvard Munch.