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miércoles, 7 de julio de 2010

Cuento futurista por el bicentenario: LA CLASE RETRO

a pedido de Yanet


El 22 de mayo del año 2110, la señora Lara ( y no doña Lara, a pesar de que ya tenía 138 años y estaba muuuy vieja), recibió el siguiente mensaje:
“Estamos convocando a todo el personal docente y no docente que estaba trabajando en la Escuela N 11, Florentino Ameghino, de La Plata, en el año 2010, para conmemorar el tricentenario del 25 de mayo con una jornada retro recreando esos antiguos años de la historia de la patria”
Por supuesto, emocionadísima, Lara se tomó un micro Plaza supersónico y ese 25 de mayo, a las 13 hs, estuvo parada ante la 11 mirando la estatua de Sarmiento, ahí, igualita, y la de Ameghino, derechitas, en la fachada de la escuela conservada intacta gracias a haber sido declarada patrimonio histórico de la ciudad. El parque Saavedra ya no estaba, pero con sólo no darse vuelta, a Lara le pareció que era joven de nuevo (porque sí, a los 38 años en el 2010 era joven), y subió las escaleras desdeñando el moderno ascensor, lagrimeando un poco, derechito rumbo a dirección.
“Buenas…” dijo, apretando el botón de la puerta que estaba en lugar de la de madera, antes, allá en el 2010, un poco acongojada por lo cambiada que estaba la escuela por dentro. Pero apenas se abrió, se olvidó de todo y le temblaron las piernas aún más (claro, tenía 138 años) porque ante ella estaban… estaban ¡Laura Chino, Teresa Gascón, Nora Ortega, Claudia Costi, Analía Prenda, la divina de Rosita de Rosa y Patricia Ripa! Viejísimas estaban, pero igualitas. Y empezaron ahí los besos, los abrazos, la exhibición de fotos de hijos, nietos, bisnietos, tataranietos, choznos y súper recontra choznos, porque todas tenían más de cien años y desde que se había extendido el límite de la vida humana con los avances de la medicina estaban todas y todos viejísimos pero lozanos, felices y preciosos, vivitos y coleando, igualitos a como estaban en el 2010.
Lara firmó en una carpeta que los alumnos habían conseguido en una casa de antigüedades, con una bic que le pareció una preciosidad (porque en el 2110 ya no existían el papel ni las lapiceras) y se dirigió al salón donde estaba antes su antiguo 3r año. Al pasar por el pasillo pudo admirar los murales que en el 2010 estaban descoloridos y dañados hechos una pinturita… las altas ventanas modernas con pantallas digitales holográficas, el piso… el piso brillante e impecable que ahora se limpiaba solo, en este momento estaba siendo limpiado con un antiquísimo trapo de piso sacado de vaya a saber dónde por .. ¡Mary! Casi se desmaya de la sorpresa al ver a Mary que largando el trapo le dijo “¡Neeegraaaa, estás divina!”. Y otra vez los abrazos y besos y emoción.
Finalmente, Lara llegó a su antiguo salón. Los alumnos, algo desconcertados por haber dejado de lado por la conmemoración del tricentenario todos sus aparatos de tecnología moderna para dar clase y por tener una profesora adelante en vivo y en directo (desde el año 2050 los pocos profesores que se dedicaban a dar clase lo hacían a través de la tecnología desde sus casas y las escuelas eran el espacio de congregación cultural de los alumnos y no de los docentes), la miraron atentamente y en respetuoso silencio. Lara dejó la cartera sobre un escritorio que habían colocado en su homenaje y empezó…
_ Buenas tardes…
Había escrito un discurso similar al que había leído el 25 de mayo del 2010, día en que le había tocado leer en el acto del colegio. Pero la voz se le fue yendo de a poco mientras leía porque veía pasar a través de las paredes translúcidas del salón a Carina, Silvana y a Silvia pasando lista con registros conseguidos en el Museo de Secretaría de Inspección, a la profesora Addiechi haciéndole gestos de saludo desde el salón de enfrente, a Marta la bibliotecaria llevando en sus manos… ¡libros! Tanto tiempo que no se veían libros en los salones de clases… En dirección le habían dicho que Epíscopo había recibido la invitación cuando paseaba con su esposa por Indochina y se había tomado un colectivo supersónico para venir… Era demasiada emoción. Lara dejó el papel que leía sin anteojos, a los 138 años, gracias a los avances de la medicina y clavó su vista en los alumnos de nuevo para poder aclarar la garganta en donde se le había hecho un nudo y poder hablar de nuevo. Había quedado en la parte de los ideales de libertad, justicia y equidad social, pero no podía hablar aunque quisiera de lo emocionada que estaba. La ayudó que entraran Viviana y Rosario con una bandeja con porciones de una tarta espectacular, idéntica a la del 2010, que dejó a los alumnos modernos boquiabiertos y a ella más calmada y serena. Pero como seguía sin habla, uno de los alumnos se atrevió a preguntar:
_ ¿ Es cierto que en el 2010 los alumnos dialogaban con los profesores en las clases?
_ ¿Es verdad que en el 2010 los chicos y chicas estudiaban usando papeles y lapiceras?
_ ¿Es cierto que las lapiceras no se podían borrar?
_ ¿Es cierto que los docentes de 2010 cobraban sueldos bajos o es una exageración de los historiadores?
Preguntaban y preguntaban. Y mientras Lara les respondía, los miraba e iba recuperando la serenidad y la voz, porque veía sus ojos negros, marrones, celestes, azules, sus cabellos de todos los tonos imaginables, sus ropas diversas, sus rostros que delataban las fisonomías ancestrales de los países de Latinoamérica, de oriente, de Europa, de África, y se iba dando cuenta de que el proceso del que ella había hablado en su discurso del 2010, en la queridísima 11, hablaba precisamente de lo que ella y sus compañeros docentes y no docentes de la 11 estaban haciendo en esa época. De la esperanza de que esas caritas que estaban frente y alrededor de ellos y ellas pudieran reflexionar, dialogar, debatir y discutir con respeto y conciencia acerca de cómo lograr ser ciudadanos habitantes de una Argentina libre, con conciencia y justicia social, sin discriminación, sin hambre, sin injusticia, sin desigualdades, de una Argentina hermosa y diversa en su tierra y su gente. Sus compañeras y compañeros de trabajo habían luchado por esos ideales enunciados por los próceres de la Primera Junta, junto a los alumnos y a los padres de sus alumnos, y ahora, a tantos años de ese momento, ella se daba cuenta de lo importantes que habían sido sus papeles adentro de los salones, en cada gesto cotidiano, en cada clase, conversación, acto de toma de decisiones, cada gesto cariñoso, comprensivo, cada paso. Y se sintió feliz por haber sido parte importante de ese proceso.
Lara miró el pasillo de nuevo y siguió dejándose inundar por la emoción de sentirse nuevamente en casa en esa querida escuela, rodeada de preguntas, de voces, de compañeros, mientras la escuela en la “clase retro” volvía a llenarse de voces como en los viejos tiempos, de risas, de ruidos de pasos.
_ ¿Es cierto que en esa época en la escuela había recreos y sonaba una campana? Hay un autor que dice que es un mito por el anacronismo ya que existía algo llamado timbre…
Y ahí justito se escuchó la campana. Sí, era cierto, no era un mito. Y también era cierto que lo que los alumnos, familias y todo el personal de la 11 en el 25 de mayo del 2010 hacían, era luchar por el cumplimiento de los ideales de los patriotas de la Primera Junta desde lo cotidiano, sin darse cuenta casi, en el día a día. ¿Lo habían logrado en el 2110? Seguramente lo habían logrado. Seguro. Segurísimo que sí.

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