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sábado, 11 de octubre de 2014

Orientación vocacional: cómo trabajar de lo que sos

Nowhere Boy


En estos tiempos locos, querido alumno, vos pensás que no es fácil tener 18 años, terminar la escuela, tener que elegir qué hacer con tu vida de golpe, sin ayuda. Cada vez que lo decís en voz alta delante de un adulto te encontrás con la misma reacción: te dicen que nunca fue fácil y alguno, de vez en cuando, se pone a contarte su propia historia de juventud; te mirás en ese espejo y no te ves ni por casualidad, ¿no es cierto? Y te da más angustia.
Te cuento, querido alumno, que tener 18 nunca fue fácil. Pero las condiciones que hacían "difícil" vivirlos no son las mismas, o, por lo menos, son muy dinámicas y se van metamorfoseando. Prometo no usar palabras difíciles, esa sola, permitime. Te lo voy a explicar mejor:

Ser adolescente apesta. Los adultos tenemos la costumbre de olvidar esa parte de nuestras vidas, precisamente por eso. Ya sabés lo que pasa físicamente: te lo explican en la escuela usando nombres científicos como "pene", "ovulación", "menarca"; hasta láminas te muestran. Hoy usás internet y superás las ilustraciones: "Tarea de investigación: La genitalidad humana". Cualquier chico de primaria tiene al alcance de unos clicks la información apasionante que consistió en el secreto mejor guardado por el mundo adulto durante milenios.
Por más que sepas científicamente lo que te está pasando, igual apesta.
Te salen granos, estás grasoso, tenés olor a transpiración, a pies, no crecés nunca. Tus amigos parecen Gokú y vos Krilin, y si sos chica, el corpiño no lo llenás nunca o lo llenás demasiado. Pero lo peor es lo que se siente por adentro. Eso sí que apesta. Y eso sí que cambió con la época, querido alumno, te lo aseguro.

Los adultos te dicen que era normal odiar a los padres, pelearse con ellos, tener ganas de irse de la casa, no tener ganas de estudiar, estar todo el día tirado en la cama escuchando Pink Floyd, los cambios de estado de ánimo... Ya sé, todo eso te pasa ahora, pero hay una enorme diferencia que posiblemente esos mismos adultos con los que estuviste hablando no ven. Hoy, en este mundo loco en el que te toca ser adolescente, querido alumno, tenés la posibilidad de concretar en la realidad esas ganas peligrosas... estás sin red de seguridad, diría yo. Los padres ya no son los padres de antes, son padres modernos, que andan por ahí, en la suya, y te dejan solo... ¿no es cierto? Y si te hablan, se hacen los amigos y no los padres... Y posiblemente tengas la tremenda certeza desde hace ya muchos años de que eso de ser padre, el tuyo, lo hace bastante mal...

Lo digo con otras palabras, ya sé, te hice un lío. Antes los padres nos mostrábamos ante nuestros hijos como si fuéramos perfectos, sin defectos. Obviamente éramos un desastre muchas veces, pero lo disimulábamos o lo escondíamos, porque teníamos que "darle el ejemplo" a ustedes, nuestros hijos. Ahora no pasa eso, vaya a saber por qué, los padres sienten que tienen permiso para no ocultar que son un desastre... y ustedes se quedaron sin ejemplo a seguir. Qué cosa, no. Si uno lo piensa, es bastante confusa la situación... pero basta con prender la tele y ver cómo los adultos andan diciéndose barbaridades, enojados, metiéndose en la vida privada de los otros, criticando; en fin, haciendo todo lo que uno diría que no hay que hacer si estuviera dando un buen ejemplo.

Los padres no son lo que eran antes. Hay que aceptarlo. Tampoco es una tragedia. Lo que sí es una tragedia es eso de que si no tenés ganas de estudiar, ahora, puedas hacerlo. Cuando un adulto te dice que se llevaba todas las materias porque era un vivo bárbaro, te está hablando de otro mundo, querido alumno, en donde los chicos que no estudiaban eran los menos y se arruinaban el verano recuperando las materias y rendían en febrero. Ahora es al revés,lo sabés bien. Te alcanzaría con sacar de la biblioteca un viejo manual del alumno bonaerense y ver qué estudiaban en 1960 los chicos en primer año  de la secundaria. Te caerías sentado. Ahí sí que se ven los cambios, y ojito, no estoy diciendo que los contenidos fueran mejores. El mundo se transformó. Por eso tenés que ser muy, pero muy conciente, cuando elegís no estudiar, no esforzarte, no practicar. Ir a la escuela tiene que ser para vos como ir a clases de karate: vas a aprender karate únicamente si entrenás duro, no si te la pasás en clase sentado por ahí usando el celular y con los pies cruzados. No te darían el cinturón negro de Karate si hicieras eso... te aseguro que si un profesor de karate te lo diera, hasta vos te irías a denunciarlo por estafador. ¿O no? Con la escuela es un poco más complicado porque no hay cinturones, pero vas a aprender a entender, a criticar, a cuestionar, a ser una persona pensante y autónoma únicamente si estudiás y aprovechás el tiempo. Los adultos que te dicen que cuando eran adolescentes no tenían ganas de estudiar tienen razón, pero estudiaban igual. Porque si no, te las veías oscuras con tus padres, que te mandaban a la escuela para que estudiaras y no para pasar el tiempo como si estuvieras en un club. Eso cambió. No dejes que te perjudique ese cambio.

Hoy irte de tu casa antes de tiempo implica peligros, igual que antes. Hay gente muy mala, ya lo sabés, los noticieros abundan en detalles. Vos pensás que no te va a pasar nada: los adolescentes creen que son omnipotentes. Ojito con eso: te repito, hay gente muy mala. El vivo que te deja pasar en un boliche y te vende alcohol se está dando cuenta perfectamente de que sos menor de edad: tenés un cartel luminoso encima de tu cabeza que dice que sos un adolescente, por más que fumes, tomes, andes solo a las cinco de la mañana y te hagas el adulto. Ese vivo es un delincuente y merecería estar preso por aprovecharse de vos, por más simpático y amable que te parezca. No dejes que te manipulen, que te usen. En estos tiempos locos, lamentablemente, el vivo tenés que ser vos y aprender a cuidarte mejor, porque mucha gente grande se ha olvidado de que tiene que cuidar a los chicos.

Ya termino, tené paciencia. Estamos llegando a lo mejor. Te dije que ser adolescente apesta, pero ¿sabés qué es lo que no apesta para nada y está buenísimo? Ser adolescente. También. Sí, no estoy distraída, ya me di cuenta de que es contradictorio lo que te escribí. Lo que pasa es que se trata de sólo una etapa, vas a ver que con los años te convertís en un adulto joven y se terminan los granos y las ganas de escuchar ... no sé, iba a escribir de nuevo Pink Floyd pero seguro no tenés ni idea de quiénes son. En fin, algo triste. Crecés, y ya está. Se te vienen la adultez, las responsabilidades, el trabajo, los impuestos, pagar el garage y cosas así. Pero no es eso lo que te quiero decir, es esto:

Fantaseá, querido alumno. Estás terminando la escuela, o casi, y sos adolescente. No hay cadenas, lazos, sogas, candados, para la fantasía. Imaginate con barba, con pelada, con panza, no, no, imaginate detalladamente. Un día tuyo en el futuro, viajá con tu imaginación en el tiempo. ¿Qué te haría feliz, allá lejos, a los 20, a los 30, en plena vejez de los 40? Imaginate como quieras, con casa o sin casa, viajando, bañando perros, entrenando delfines, estudiando rocas dentro de una caverna, sacándole sangre a la gente en un hospital, mirando estrellas con un artefacto, arreglando motos, pintando casas o cuadros, en una oficina, en un parque, en un zoológico... imaginate, querido alumno, detalladamente. Porque lo que no apesta para nada es eso de que uno es artífice de su propio destino, y que estás precisamente en la edad de tomar decisiones, de elegir caminos, de inventar tu futuro...

Por supuesto que incide la suerte, la plata que tiene tu familia, si tenés la suerte de ser bonito o no encajás con el cartelito de "buena presencia"... Pero si no tomás la iniciativa y no trabajás en vos mismo, si no te ponés a edificar tu día a día... lo más probable es que te quedes diciendo "para qué voy a hacer eso", "no hagamos nada..." y no te pase nada digno de un ratito de fantasear. Haceme caso, vos, que hoy estabas cabizbajo con un libro de Orientación Vocacional en la mesa, desolado. Dejá de buscarte en nombres de carreras que no entendés y usá la fantasía primero... buscate en tus sueños, deseos e ilusiones, visualizá lo que te gustaría hacer y lo que no harías ni loco... El nombre de la carrera, de la profesión, del trabajo, vienen de la mano de ese sueño. No hagas al revés.

Querido alumno, pronto vas a dejar de ser mi alumno. De eso trabajo yo, de tener alumnos que me preguntan cosas y responderles lo mejor que puedo, porque me imaginé, cuando era adolescente, lo genial que sería trabajar hablando de cuentos, de mitos, de poesías y fantasías a la gente, y sin darme cuenta, me encontré con que quería trabajar de ser lo que soy. Parece un trabalenguas, pero sé que me entendiste. Contame quién sos vos cuando logres imaginarlo... no tengas miedo, quizás la suerte acompañe y si ponés esfuerzo y ganas, termines como yo, trabajando de lo que sos, que es la mejor receta para ser feliz que hay en la Tierra.

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