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sábado, 10 de mayo de 2014

Bullying





Por qué no escribí acerca del bullying, me pregunta usted, a mí, que ando escribiendo con soltura acerca de temas escolares desde hace tantos años. Le contesto: porque creo que sólo los especialistas son los autorizados, porque es un tema que excede mis conocimientos, porque no soy psicóloga ni psicopedagoga ni nada por el estilo, sino docente. Insiste usted en que escriba algo, quizás se conforme con este humilde texto descriptivo y disculpe los errores que seguramente cometeré.

El primer requisito existente cuando uno aborda el tema del acoso escolar, ya sea para estudiarlo teóricamente como para comprender un problema hallado en la práctica y resolverlo en forma eficaz, es enfrentar el conjunto de prejuicios existentes en la comunidad entera, que ha naturalizado diversas clases de acoso de tal manera que las ha vuelto invisibles.


Definamos en primer lugar qué consideraremos bullying o acoso escolar: se trata de todo el espectro de agresiones verbales/físicas/paralingüísticas a las que se somete a un alumno o alumna (de ahora en más utilizaré el término "alumno" para referirme a ambos sexos) dentro de la escuela  reiteradamente durante el tiempo. Es decir: una riña o amenaza ocasional de un alumno hacia otro no se considerará acoso, sí lo será si estas conductas agresivas se reiteran a lo largo de un lapso de tiempo determinado. ¿Dos veces se considera acoso? Dependerá de las características del caso, pero yo diría que si la primera vez no se resolvió el problema, la segunda vez es buen momento para prestar la atención que merece y considerar las medidas de prevención correspondientes, ya que estamos ante el surgimiento del bullying.

He leído en muchos artículos que el acoso escolar se da mayormente entre pre adolescentes... yo extiendo en mi texto la edad, la hago indefinida, ya que en este momento en Buenos Aires hay alumnos dentro de la escuela secundaria que tienen las más variadas edades, incluso mayores de edad, compartiendo aulas, pasillos, baños y edificios con otros más pequeños. Una de las consecuencias de la implementación de la Ley que cambió la separación entre primaria (1ero a 7mo grado) y secundaria (1ero a 5to o 6to año según el caso), haciendo que de 7mo se pasara a 8vo y a 9no dentro del mismo establecimiento, fue la prolongación de la niñez. Es un tema interesante y que motivará seguramente otro análisis más profundo; sólo me detengo a mencionar que ese cambio, que en la actualidad condujo a la desaparición del 7mo grado   y su transformación en el 1er año, 2do, 3ero, 4to, 5to y 6to, ya desaparecido el fallido polimodal, continúa reflejando esta "prolongación de la infancia" en los adolescentes (antes se terminaba 7mo, la primaria, se egresaba, se cambiaba de edificio y de sistema educativo, se comenzaba a ser "el más pequeño" en la secundaria. En la actualidad ese egreso e ingreso no existe, hay una continuidad y los pre adolescentes y los adolescentes suelen mantener comportamientos infantiles considerados "normales" que serían impensables dentro de una escuela media hace unos años atrás. Menciono este hecho, pero no lo considero único responsable de la existencia de comportamientos agresivos: obviamente vivimos cambios sociales y una realidad extra escolar en donde la violencia es moneda corriente y la escuela no es un lugar aislado del mundo).


Dentro del espectro de las agresiones que pueden darse en la escuela consideraremos acoso:

1) Las amenazas, se concreten o no. Pueden ser amenazas hacia un par, hacia un niño más pequeño, hacia una persona vinculada de alguna manera con la víctima o un objeto de su pertenencia o vinculado emocionalmente con él. Se le puede decir a alguien: "Te espero a la salida", "vas a ver lo que le voy a hacer a tu hermanito", "Te voy a matar el perro", "te voy a romper le celular, la mochila, la campera, el auto de tu papá", etc. Cabe destacar que se puede amenazar y todo lo que describiré a continuación utilizando las redes sociales, el celular o internet.
Las amenazas tienen por objetivo intimidar a la víctima, pero también pueden ser proferidas para poder manipularla y que se comporten como desea el acosador, por lo que es difícil diferenciarlas de las otras categorías que describiremos, que son puras en la teoría, pero no tan diáfanas en la práctica.
Pueden ser verbales o no verbales; la mera presencia del acosador puede ser percibida como una amenaza, un gesto, una mirada, un puño mostrado de alguna manera particular, suelen bastar.
Y aquí quiero detenerme. Muchas veces la víctima de amenazas confía en hermanos mayores o en sus padres su padecimiento. Dentro de la naturalización que señalábamos al comienzo está el considerar "normal" que las amenazas se produzcan, y los consejos que se brindan muchas veces tienen que ver con contestar la agresión con otra conducta agresiva: "Si te pega, se la devolvés", "Si te hace algo, decime que voy y lo destrozo", "Si te rompe X cosa, vos le rompés algo que le duela más". Muchas veces la persona a la que recurre la víctima en busca de ayuda contribuye a profundizar la situación de dolor culpabilizando al acosado por padecer el acoso, acusándolo de "débil" por no comportarse agresivamente y premiando y festejando socialmente conductas violentas que deberían censurarse ("¿Ves? ¿Le diste fuerte unas buenas patadas? Ahora vas a ver que no te va a molestar más...").


2) Hostigamientos de varias clases: hacer burla con gestos, imitar al acosado de alguna manera que lo ridiculice, ponerle sobrenombres ofensivos, pegarle carteles en la ropa, escribir palabras ofensivas en mesas,  paredes, hojas, etc. que involucren el nombre del acosado.
De todas estas formas de acoso, la más naturalizada es la del sobrenombre. Tanto el acosador como el acosado, al señalarles que se trata de un modo incorrecto de tratarse, tienden a afirmar que se trata de una broma o de algo que se dice "cariñosamente", ocultando y tratando de volver invisible el dolor que experimenta quien es acosado. Un alumno gordo que es llamado "Gordo" pasa a no tener nombre, y a aceptar el sobrenombre mortificante como algo que merece y de lo cual es culpable.
Incluyo dentro del hostigamiento una lista lamentablemente amplia de expresiones discriminatorias que sirven para molestar y hacen referencia a variadas cuestiones: expresiones racistas, homofóbicas, de género, de intolerancia religiosa, política, acerca de las simpatías por determinado cuadro de fútbol,  a la pertenencia a "tribus urbanas" o modas varias, al tipo de música que gusta escuchar el acosado, los programas de televisión que ve, los juegos de play station o de PC que prefiere, el celular que tiene, y lo que pueda uno imaginarse. Los alumnos acosadores pueden encontrar como debilidad cualquier defecto o particularidad física de la víctima, ya sea real o imaginaria, y hostigarla de este modo ("sos un petiso, gordo, flaco, alto, pelirrojo, negro, tenés granos, el pelo graso, algún olor desagradable, orejas grandes, orejas pequeñas, sos demasiado feo" o, y lamentablemente éste es un caso muy común en las escuelas, "sos demasiado lindo o linda", y así tenemos paradójicamente una víctima de acoso que es acusada del defecto de no tener defectos).



3) Manipulación social y bloqueo social. Esta categoría agrupa las conductas que buscan lograr que la víctima de acoso se sienta aislada y dejada de lado por su grupo de pares, ya sea en la realidad o en su percepción subjetiva. Hacer correr rumores desagradables sobre la víctima, sean verdaderos o no, hablar mal de ella, no invitarla a participar en tareas grupales, juegos, a reuniones dentro de la escuela, son  formas de aislar a un alumno. Lo que muchas veces sucede en las clases de Educación Física es otra de las cuestiones que hallé como naturalizadas: X alumno no participa jamás de X juego porque "es torpe, gordo, juega mal, es débil, ocasiona que el equipo al que pertenece pierda, es un estorbo, etc. ", y suele ser rechazado y aceptar este rechazo como natural ("no debo participar por el bien de mis compañeros ya que soy un desastre"), asumir la culpa. El área de Educación Física es un área como cualquiera del diseño curricular obligatorio y un derecho que deben recibir y gozar todos los alumnos por igual, salvo indicación médica, por supuesto. Sería ridículo pensar que X alumno, durante la clase de matemáticas, no participe en la resolución de cálculos porque es muy lento en hacerlo... y así perjudica al grupo. ¿Por qué encontramos natural esta misma situación aplicada a Educación Física?

4) Coacción: Consiste en obligar a la víctima de acoso a realizar cosas o tener comportamientos que no desea. La coacción es muy amplia y, a veces, suele ser sutil: puede obligarse a alguien a pertenecer a determinado "bando", a hablar mal de alguien, a beber alcohol, drogarse, fumar, a mantener relaciones sexuales, a pegarle a alguien, amenazarlo, a sumarse a las conductas agresivas de un acosador, hasta a mantener conductas consideradas como naturales o nimias como lo es prestar libros, hojas de carpeta, trabajos prácticos, lapiceras, etc. Los alumnos aplicados que poseen sus carpetas completas la mayoría de las veces deben prestar sus trabajos por coacción, por miedo a merecer la desaprobación o hacer recaer sobre sí represalias de uno o más alumnos considerados más "poderosos", y este hecho se ha vuelto tan común que se ha vuelto invisible. Muchas veces la persona obligada se culpabiliza, y en su afán de pertenecer al grupo de pares o de evitar las agresiones, hace cosas que jamás haría por su cuenta. Al igual que en el caso de las amenazas, frecuentemente los adultos consultados por los acosados les aconsejan dejarse obligar "para que no sea peor" o "para ser un buen compañero",  hecho que agrava el círculo vicioso en el que está sumergida la víctima del acoso.


Y ahora vuelvo a la primera persona. Referirme con detalle al daño que ocasiona el acoso escolar en la psiquis de los alumnos que lo padecen sería  temerario, ya que excede mis saberes. Me limitaré a repetir lo que se afirma en otros textos: trastornos emocionales, baja autoestima, aislamiento, en casos extremos depresión y hasta asesinatos y suicidio. Durante años he visto adolescentes sentados frente a mesas alejadas, usando sus mochilas como trincheras, intentando protegerse de algún modo. He visto bajar miradas inundadas de tristeza ante sobrenombres despectivos e insultos irrepetibles, chicas y chicos entregando sus hojas de carpeta trabajosamente elaboradas, subrayadas y escritas prolijamente, a compañeros que únicamente  les dirigen la palabra para pedirles ese tipo de cosas, sabiendo que muy probablemente no volverán a verlas. He visto chicos ser saqueados ante los kiosquitos escolares, chicos aterrorizados ante la hora de la salida o de la entrada, chicos que prefieren permanecer en el aula y no salir al patio ni al pasillo durante el recreo, chicos que no trabajan en grupo, que no sonríen, que saben que sus compañeros no saben ni siquiera cómo se llaman. Y ahora usted, que me preguntaba por qué no había escrito ya este texto, estará escandalizado e interpelándome: "¿Y qué hizo, Lara, para evitar estas aberraciones?". Me llevaría una especie de gran novela, rememorar lo que he hecho... mi última incursión en nuevos métodos fue coordinar un Consejo de Convivencia y trabajar desde ese rol. Pero más allá de mis intentos, fallidos o no, que la gente que trabaja conmigo o fue mi alumna conoce, creo que el problema se solucionaría si la comunidad educativa trabajara en conjunto. Solos, los docentes muchas veces damos manotazos de ahogado. Se necesitan profesionales, especialistas, gabinetes, Consejos de Convivencia en todas las escuelas. Y si éstos abundaran y funcionaran articuladamente con los docentes, seguramente, los casos de bullying no llegarían al extremo, aunque no me atrevo a decir que desaparecerían por completo. Porque transitar la escuela secundaria, vivir la adolescencia, como he repetido en otros textos, no es caminar por un campo de rosas, exactamente. Y esas tristezas que describo aquí, en otros textos presuntuosos o en mis cuentos para adolescentes se traducen concretamente en ausentismo, en fracaso escolar, en comportamientos autodestructivos  o en comportamientos violentos. Supongo que a largo plazo, una vez terminada la escuela, las consecuencias permanecerán visibles... repito: no estoy autorizada para afirmarlo. Es precisamente por eso, porque lo que sucede adentro de las escuelas excede el presente y va formando el futuro de todos nosotros, que es imprescindible afrontar los problemas como éste. No se enoje conmigo, lector, no puedo dar soluciones en este caso, sólo pedir ayuda usando las palabras.

Nota: Las imágenes que ilustran este post fueron realizadas por alumnos en el marco de un proyecto sobre Bullying que realicé en 2012. Los alumnos dibujaron figuras humanas sin boca, para expresar la falta de voz de los acosados. Aunque hay algunos dibujos que más que representar acosados, parecen representar acosadores...

Un extracto de este artículo puede leerse en http://opinion.infobae.com/graciela-adriana-lara/2014/05/12/bullying-visible-o-invisible/

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